Arquitectura y emisiones de carbono
Arquitectura y emisiones de carbono
Por: Arq. Naoki Enrique Solano García
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En un mundo con recursos limitados, el diseño sostenible del entorno construido es esencial para mitigar el impacto del cambio climático. El dióxido de carbono (CO₂), principal gas de efecto invernadero, ha experimentado un aumento drástico en su presencia desde la Revolución Industrial debido a la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la expansión urbana. Este desequilibrio ha alterado los ciclos naturales del planeta, llevándolo a un estado crítico que requiere estrategias urgentes de mitigación y adaptación.
La construcción es una de las actividades humanas con mayor impacto ambiental. Arquitectos y diseñadores tienen la responsabilidad de reducir las emisiones de carbono embebido, generado en la producción de materiales de construcción como acero, cemento y aluminio. Estos procesos, intensivos en energía, contribuyen significativamente al calentamiento global.
México, por ejemplo, ha basado la mayoría de sus edificaciones en cemento y acero debido a su disponibilidad y bajo costo, dejando de lado materiales más sostenibles como la madera, el adobe y el tabique. Estos últimos tienen una huella de carbono menor, en comparación a materiales altamente industrializados.
Además, la falta de eficiencia energética en las envolventes de las construcciones actuales incrementa la demanda de energía para climatización, agravando el problema en un contexto de incremento global de temperaturas.
El diseño arquitectónico debe considerar todo el ciclo de vida del edificio, desde la selección de materiales con menor impacto ambiental hasta la planificación de su reciclaje o reutilización al final de su vida útil. Aunque tecnologías renovables aún no pueden reemplazar completamente a los combustibles fósiles en ciertos procesos, adoptar un enfoque consciente y responsable es crucial para disminuir la huella de carbono.
La transición hacia un diseño sostenible no solo implica reducir las emisiones, sino también repensar cómo nuestras ciudades pueden adaptarse a un futuro más cálido. El cambio empieza desde los primeros trazos en el plano.
