“La Ingeniería Civil es la madre de la Humanidad.”
Lo anterior es lo primero que aprendí en la Universidad el primer día que me presenté en las aulas como estudiante de Ingeniería Civil, hace no muchos años, 9 para ser exactos. Y durante todo este tiempo no he hecho más que corroborar, día a día, dicha afirmación que mencionara el profesor con tanta seguridad aquella mañana que comencé mi camino en esta noble carrera.
En los últimos años, la revista Concamin se ha ido constituyendo en un referente de difusión del conocimiento científico en ciencias y áreas afines, a través de la publicación de artículos originales e inéditos, con una sólida exigencia en los procesos arbitrales con pares académicos de reconocida trayectoria académica e investigativa. Así mismo, la revista se ha ido posicionando en la comunidad científica como un medio de consulta sobre avances y resultados de investigación, especialmente en temas de Biología, Física, Química, Matemáticas y Estadística.
Y es que hay que entender que para que pueda existir cualquier actividad indispensable para cada una de las civilizaciones que han sido parte de este crecimiento como especie; desde los primeros hombres que decidieron establecerse en un solo lugar gracias al descubrimiento de la agricultura, pasando por la construcción de espectaculares pirámides que siguen sorprendiéndonos miles de años a posteriori, o aquel hombre que dio un pequeño paso en La Luna no hace muchos años, hasta las incontables e inimaginables actividades de las que nunca nos habremos de enterar dentro de un futuro lleno de posibilidades; el Ingeniero Civil funge como la piedra fundamental sobre la cual se ciernen todas ellas.
La vida está llena de problemas y el ingeniero nació para darle solución a cada uno de ellos, aunque parezcan imposibles. ¿Qué sería del paciente de un médico sin un hospital o un quirófano confeccionado a medidas extremadamente exactas, o cómo viajar al otro lado del mundo en 10 horas sin pistas donde puedan aterrizar las aeronaves, o cómo y dónde se construyen éstas?.
Es una realidad que no deberíamos clasificar las profesiones en orden de importancia, ya que siempre habrá réplica por cada una de las partes afectadas dentro de la ecuación, y cada una tiene la importancia necesaria para construir (o destruir) una civilización, un país, un reino, una empresa, una nación, una cultura… una función matemática, vaya.
Aterrizando la idea al tema que verdaderamente me compete como ingeniero civil (sería absurdo que siguiera pretendiendo que tengo la respuesta de cómo se construyen las aeronaves), una de las cosas que más me llamaron la atención de la profesión es la labor social que representamos y lo perjudicial que puede llegar a ser si no se toma con seriedad y profesionalismo lo que hacemos todos los días; además, ver el reflejo de una planeación y una ejecución bien realizada en los rostros de alegría y satisfacción de aquellos favorecidos por dicho proyecto no tiene precio, y ninguno de mis colegas me dejará mentir o tendrán motivos para cuestionar esta emoción.
Ahora, dejando de lado lo que es, me gustaría enfocarme en lo que debería ser para lograr perfeccionar nuestros servicios profesionales. Y eso es sumamente importante a la hora de enfrentar la realidad ya que, seamos honestos, NO TODO INGENIERO tiene este compromiso social y por pecadores solemos pagar los justos. Es necesario que entendamos que el mundo evoluciona día con día; a cada rato tenemos noticias sobre nuevos avances científicos, nuevos descubrimientos; y muchas veces la ingeniería no logra estar a la altura de ellos, creemos que lo que se ha hecho hasta ahora funciona muy bien y es poco importante la actualización de nuestros conocimientos. ERROR.
Es bien sabido que lo que funciona es justamente todo lo contrario. ¿Cómo mejorar los procesos de tus obras, o cómo hacerlos más seguros, económicos, SUSTENTABLES y así aumentar su valor? Con capacitaciones rigurosas y constantes, claro está.
Es cierto, la Universidad dura solo 4 o 5 años (o más si no llevas mucha prisa), pero el aprendizaje dura toda la vida, eso es indudable. Hay que tomar conciencia como ingenieros y unificar conocimientos, reestructurar ideas de acuerdo con los nuevos avances que mencionaba previamente, mantenernos actualizados como una forma esencial de servicio al cliente. ¡Es nuestra responsabilidad! Una persona común y corriente (entiéndase con esto alguien que no es un profesional en la materia de ingeniería civil) nunca se va a poner a dictaminar si una estructura está en condiciones óptimas de servicio o si es necesario abrir otro carril en tal o tal Boulevard, ellos tendrán sus opiniones, pero sus ocupaciones ayudarán al desarrollo de la sociedad desde su propia trinchera. Y entonces, si no somos nosotros, ¿quién?.
Por eso debemos de comprometernos como gremio con la capacitación constante y no dejar de implementar mejoras a nuestra metodología de trabajo. Recordemos que le debemos a las futuras generaciones lo mismo con lo que nos pagaron aquellas que construyeron el mundo en el que hoy nosotros vivimos. Eso es lo más bonito de ser ingeniero, más allá de la magia con la que convertimos ideas en obras extraordinarias que se lograron, justamente, con aquello que le da significado a lo que nos define como ingenieros, el ingenio.