Seguir leyendo

Como parte del impresionante esfuerzo gubernamental para fortalecer la educación superior, se contempla robustecer el sistema de universidades públicas estatales (UPE´s), ya que algunas de ellas contaban con décadas de haber sido creadas, acumulando descuido en todos sus frentes (Universidad de Guadalajara, Yucatán, Michoacana y la de San Luis Potosí, entre otras). Este impulso también refrendo la necesidad de abrir programas académicos de ingeniería y arquitectura en las instituciones que aun no las contenían, abriendo las puertas de nuevas oportunidades para no tener que trasladarse a estudiar una profesión hasta la capital del país.

Bajo una realidad de necesidad técnica, se crea en el año de 1937, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en la que dentro de su estructura se funda la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, escuela que otorga títulos de ingeniero-arquitecto. El éxito de este instituto es de tal magnitud que la propia comunidad universitaria (de la UNAM) la ven con recelo, iniciando un periodo de desprestigio que termina con una clara animadversión mutua.

La respuesta estudiantil del IPN en contra de los ataques universitarios formo una comunidad a la defensiva que se convirtió en semilla de agitación estudiantil. Este carácter aparecería muy pronto en la calle, en los diversos enfrentamientos con la policía local y los hechos lamentables del movimiento de 1968 representaría el clímax de su rebeldía.

Así, dada la difusión de un estado de bienestar exitoso en la Unión Soviética y los guiños de un cardenismo con el control del poder, se crea en 1938 la Unión de Arquitectos Socialistas (UAS), siendo sus principales miembros los arquitectos Enrique Yáñez, Ricardo Rivas, Enrique Guerrero, Alberto T. Arai, Raúl Cacho Álvarez y Balbino Hernández, entre otros, quienes establecieron un pensamiento teórico, denominado “Doctrina Socialista de la Arquitectura”. La UAS debía ser congruente con las condiciones del país, estableciendo metas relacionadas a técnicas constructivas eficientes que maximizaran los escasos recursos económicos. Lo anterior muy en línea con los preceptos de la ya reconocida Escuela del Bauhaus.

A la vuelta de pocos años la UAS se desintegro, mas los arquitectos continuaron persiguiendo su afán de manera no agrupada hasta que con la creación de un modelo de enseñanza de la arquitectura alterna a la tradicional, denominada el “autogobierno” en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, se perfilo una conciencia más realista de los estudiantes de arquitectura sobre las necesidades de los pueblos originarios y de las comunidades empobrecidas del país.

El perfil socialista del gobierno en turno atrajo a un gran número de miembros destacados de otras profesiones, tecnócratas ya preparados con el fin de perfilar políticas que mejoraran substancialmente la calidad de vida de los obreros, campesinos, trabajadores y en general de los que se encontraban en pobreza extrema. Se había encontrado el fin último de los profesionistas, particularmente el de los arquitectos, su perfil social.

Como uno de los principales intelectuales posrevolucionarios, a Diego Rivera se le conoce más por su obra de pintura-mural, que por sus aportaciones a la identidad de un México emergente. Sus discursos producto de su actividad política, nunca pasaron desapercibidas por todos los sectores sociales, desde los políticos, hasta los obreros, pasando por la burguesía, los estudiantes y los intelectuales. Su aprecio por el sistema socialista se mostro en infinidad de posturas, no solamente del campo de la cultura, sino también en temas ideológicos, educativos, económicos y sociales, destacando su interés por la arquitectura.

Recordemos que Rivera habiendo sido Director de la Academia de San Carlos durante el periodo de 1929 a 1930 (donde se impartían las carreras de pintura, escultura y arquitectura) presento la propuesta de modificación del programa académico de arquitectura con un énfasis neonacionalista. Este fue repudiado por una élite de arquitectos academicistas, acostumbrados a programas relacionados con las corrientes clásicas, resultando la separación del cargo de Rivera como director. A partir de ello fue un crítico permanente de la producción arquitectónica de entonces, su obsesión por cambiar la arquitectura le llevo a probar el funcionalismo racionalista con Juan O ‘Gorman (Talleres de Diego y Frida en San Ángel).

El gremio en la etapa desarrollista y de la posguerra.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, la inminente política pública de regular las profesiones y su vocación socialista se llevó a ley. En 1945, entra en vigor la Ley Reglamentaria relativa al ejercicio de las profesiones y con ella se crea una Dirección General de la Secretaría de Educación encargada de regularlas, incluyendo un mecanismo de registro para títulos y otro nacional de profesionistas. En esta ley se incluye el que los gremios de profesionistas, convertidos en Colegios, son cuerpos consultores de la autoridad y tienen la obligación de prestar un servicio periódico de carácter social a la comunidad.

En paralelo, recordemos que el sistema de gobierno mexicano se integra a través de una Federación, que incluye a los 32 Estados de la Republica y sus municipios correspondientes, en un régimen de libre autodeterminación y soberanas de su autonomía. Bajo estos principios, la aplicación de la Ley Reglamentaria relativa al ejercicio de las profesiones (que además se circunscribía para el Distrito Federal) requería de compromisos compartidos entre el gobierno federal y los gobiernos estatales, estableciendo convenios que reconocían mutuamente sus responsabilidades, particularmente las relacionadas al registro de colegios de profesionistas y a la expedición de cedulas de patente.

Independientemente de la restricción de constituir hasta 5 colegios por rama profesional y por Estado Federado, este sistema de gobierno originó un número creciente de colegios de profesionistas, bajo sus propias estructuras constitutivas y legislativas estatales e incluso municipales, razón por la que se fue conformando una red nacional de colegios gremiales, en las que, sin el alineamiento respectivo, de manera común se contradecían unas con otras.

La adecuación gremial correspondiente a esta reforma surte efecto el 11 de marzo de 1946 cuando se crea el Colegio de Arquitectos Mexicanos A.C. (CAMex), siendo su primer Presidente el Arq. Federico Mariscal. Con este nuevo nombre, nuestro cuerpo gremial se registra por vez primera en la Dirección General de Profesiones. En 1950 el CAMex se integra con la SAM, bajo una sola estructura de representación, siendo Presidente el Arq. Carlos Lazo Barreiro.

Ver solo texto

Esta SAM permanece vigente, dado que la propiedad de su sede (Av. Veracruz 24, en la Col. Roma de la Ciudad de México) proviene de una cesión de derechos de la familia del Arq. Carlos Lazo y del Arq. Roberto Álvarez Espinosa a la comunidad de arquitectos mexicanos. Por tanto, la propiedad ancla la sobrevivencia de la SAM.

El gremio de los arquitectos fue favorecido en la etapa desarrollista del país. Los programas nacionales de infraestructura, equipamientos y desarrollo urbano reconocían y utilizaban la mente creativa de consolidados arquitectos, al mismo tiempo de contribuir como fuente semillera de las futuras generaciones de expertos y especialistas. El gremio, en cada uno de los colegios locales, coadyuvó a posicionar a sus miembros en diferentes cargos de la administración pública, llegando algunos a ser gobernadores, senadores, diputados, secretarios y directores generales de las instituciones, entre otras, además de cientos de colaboradores externos, participando como diseñadores, planeadores, constructores y supervisores, un ejército que se esmeraba con la misión de cumplir el perfil social.

fcarm-logo-ok2-negro

12

gubernamental para fortalecer la educación superior, se contempla robustecer el sistema de universidades públicas estatales (UPE´s), ya que algunas de ellas contaban con décadas de haber sido creadas, acumulando descuido en todos sus frentes (Universidad de Guadalajara, Yucatán, Michoacana y la de San Luis Potosí, entre otras). Este impulso también refrendo la necesidad de abrir programas académicos de ingeniería y arquitectura en las instituciones que aun no las contenían, abriendo las puertas de nuevas oportunidades para no tener que trasladarse a estudiar una profesión hasta la capital del país.

Bajo una realidad de necesidad técnica, se crea en el año de 1937, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en la que dentro de su estructura se funda la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, escuela que otorga títulos de ingeniero-arquitecto. El éxito de este instituto es de tal magnitud que la propia comunidad universitaria (de la UNAM) la ven con recelo, iniciando un periodo de desprestigio que termina con una clara animadversión mutua.

La respuesta estudiantil del IPN en contra de los ataques universitarios formo una comunidad a la defensiva que se convirtió en semilla de agitación estudiantil. Este carácter aparecería muy pronto en la calle, en los diversos enfrentamientos con la policía local y los hechos lamentables del movimiento de 1968 representaría el clímax de su rebeldía.

Así, dada la difusión de un estado de bienestar exitoso en la Unión Soviética y los guiños de un cardenismo con el control del poder, se crea en 1938 la Unión de Arquitectos Socialistas (UAS), siendo sus principales miembros los arquitectos Enrique Yáñez, Ricardo Rivas, Enrique Guerrero, Alberto T. Arai, Raúl Cacho Álvarez y Balbino Hernández, entre otros, quienes establecieron un pensamiento teórico, denominado “Doctrina Socialista de la Arquitectura”. La UAS debía ser congruente con las condiciones del país, estableciendo metas relacionadas a técnicas constructivas eficientes que maximizaran los escasos recursos económicos. Lo anterior muy en línea con los preceptos de la ya reconocida Escuela del Bauhaus.

A la vuelta de pocos años la UAS se desintegro, mas los arquitectos continuaron persiguiendo su afán de manera no agrupada hasta que con la creación de un modelo de enseñanza de la arquitectura alterna a la tradicional, denominada el “autogobierno” en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, se perfilo una conciencia más realista de los estudiantes de arquitectura sobre las necesidades de los pueblos originarios y de las comunidades empobrecidas del país.

El perfil socialista del gobierno en turno atrajo a un gran número de miembros destacados de otras profesiones, tecnócratas ya preparados con el fin de perfilar políticas que mejoraran substancialmente la calidad de vida de los obreros, campesinos, trabajadores y en general de los que se encontraban en pobreza extrema. Se había encontrado el fin último de los profesionistas, particularmente el de los arquitectos, su perfil social.

Como uno de los principales intelectuales posrevolucionarios, a Diego Rivera se le conoce más por su obra de pintura-mural, que por sus aportaciones a la identidad de un México emergente. Sus discursos producto de su actividad política, nunca pasaron desapercibidas por todos los sectores sociales, desde los políticos, hasta los obreros, pasando por la burguesía, los estudiantes y los intelectuales. Su aprecio por el sistema socialista se mostro en infinidad de posturas, no solamente del campo de la cultura, sino también en temas ideológicos, educativos, económicos y sociales, destacando su interés por la arquitectura.

Recordemos que Rivera habiendo sido Director de la Academia de San Carlos durante el periodo de 1929 a 1930 (donde se impartían las carreras de pintura, escultura y arquitectura) presento la propuesta de modificación del programa académico de arquitectura con un énfasis neonacionalista. Este fue repudiado por una élite de arquitectos academicistas, acostumbrados a programas relacionados con las corrientes clásicas, resultando la separación del cargo de Rivera como director. A partir de ello fue un crítico permanente de la producción arquitectónica de entonces, su obsesión por cambiar la arquitectura le llevo a probar el funcionalismo racionalista con Juan O ‘Gorman (Talleres de Diego y Frida en San Ángel).

El gremio en la etapa desarrollista y de la posguerra.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, la inminente política pública de regular las profesiones y su vocación socialista se llevó a ley. En 1945, entra en vigor la Ley Reglamentaria relativa al ejercicio de las profesiones y con ella se crea una Dirección General de la Secretaría de Educación encargada de regularlas, incluyendo un mecanismo de registro para títulos y otro nacional de profesionistas. En esta ley se incluye el que los gremios de profesionistas, convertidos en Colegios, son cuerpos consultores de la autoridad y tienen la obligación de prestar un servicio periódico de carácter social a la comunidad.

En paralelo, recordemos que el sistema de gobierno mexicano se integra a través de una Federación, que incluye a los 32 Estados de la Republica y sus municipios correspondientes, en un régimen de libre autodeterminación y soberanas de su autonomía. Bajo estos principios, la aplicación de la Ley Reglamentaria relativa al ejercicio de las profesiones (que además se circunscribía para el Distrito Federal) requería de compromisos compartidos entre el gobierno federal y los gobiernos estatales, estableciendo convenios que reconocían mutuamente sus responsabilidades, particularmente las relacionadas al registro de colegios de profesionistas y a la expedición de cedulas de patente.

Independientemente de la restricción de constituir hasta 5 colegios por rama profesional y por Estado Federado, este sistema de gobierno originó un número creciente de colegios de profesionistas, bajo sus propias estructuras constitutivas y legislativas estatales e incluso municipales, razón por la que se fue conformando una red nacional de colegios gremiales, en las que, sin el alineamiento respectivo, de manera común se contradecían unas con otras.

La adecuación gremial correspondiente a esta reforma surte efecto el 11 de marzo de 1946 cuando se crea el Colegio de Arquitectos Mexicanos A.C. (CAMex), siendo su primer Presidente el Arq. Federico Mariscal. Con este nuevo nombre, nuestro cuerpo gremial se registra por vez primera en la Dirección General de Profesiones. En 1950 el CAMex se integra con la SAM, bajo una sola estructura de representación, siendo Presidente el Arq. Carlos Lazo Barreiro.

Esta SAM permanece vigente, dado que la propiedad de su sede (Av. Veracruz 24, en la Col. Roma de la Ciudad de México) proviene de una cesión de derechos de la familia del Arq. Carlos Lazo y del Arq. Roberto Álvarez Espinosa a la comunidad de arquitectos mexicanos. Por tanto, la propiedad ancla la sobrevivencia de la SAM.

El gremio de los arquitectos fue favorecido en la etapa desarrollista del país. Los programas nacionales de infraestructura, equipamientos y desarrollo urbano reconocían y utilizaban la mente creativa de consolidados arquitectos, al mismo tiempo de contribuir como fuente semillera de las futuras generaciones de expertos y especialistas. El gremio, en cada uno de los colegios locales, coadyuvó a posicionar a sus miembros en diferentes cargos de la administración pública, llegando algunos a ser gobernadores, senadores, diputados, secretarios y directores generales de las instituciones, entre otras, además de cientos de colaboradores externos, participando como diseñadores, planeadores, constructores y supervisores, un ejército que se esmeraba con la misión de cumplir el perfil social.

Por aquellos tiempos los arquitectos tenían una deuda con Diego Rivera, o más bien Diego debía regresar la afrenta a los arquitectos, el ya verán y el cómo sí se puede. A partir de gastarse sumas impresionantes para adquirir objetos prehispánicos provenientes de todo el país, logro reunir una colección de arte con piezas representativa de las diversas culturas originarias, para lo cual debía de existir un espacio para alojarlas, protegerlas y exhibirlas, un espacio que diera un mensaje integral sobre la idea de una nueva identidad. Concibiéndola desde 1933 hasta el inicio de obra en 1945, su planteamiento fue paradigmático, desde su ubicación (la selva negra), su forma

Hot daily news right into your inbox.

Headline

Never Miss A Story

Get our Weekly recap with the latest news, articles and resources.
Cookie policy
We use our own and third party cookies to allow us to understand how the site is used and to support our marketing campaigns.