FIG. 1 .- Esculturas imitando figuras zoomorfas realizadas con la técnica de la rocalla: un cocodrilo (al frente) y una serpiente (al fondo, a la derecha), conocidas como “Las comadres”; ubicadas en la base de la cortina de la Presa de San Renovato.
Dr. José Alberto Ochoa Ramírez (jose.ochoa@ugto.mx)
Universidad de Guanajuato
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se realizó la introducción de nuevos materiales, como el cemento hidráulico (1756) y el cemento portland (1824), para el desarrollo de la decoración de los jardines y los espacios públicos. Inicialmente, serán usados por la creación de macetas a partir de la técnica del concreto armado en 1892 por el jardinero francés Joseph Monier (1823-1906), y quien se denominará a sí mismo rocailleur: “constructor de chalets, quioscos, puentes, ríos, estanques, especialista de trabajos de cemento armado” (Magalhães, 2017:24).
A partir de ella, se generó en Europa la técnica de la rocalla, término que deriva del francés rocaille (usado “guijarros” como sustantivo; o como verbo “trabajo con rocas”) (Encyclopaedia Britannica, 2019). Basada en el uso del mortero de cemento armado, permitió conformar diferentes ornamentos para el adorno de los espacios públicos o privados: quioscos, fuentes, cascadas, grutas, bancas y mesas, entre otros, con elementos artificiales que buscaban imitar a la naturaleza.
El ámbito teórico de esta técnica aplicada al jardín proviene de la filosofía del movimiento romántico del siglo XVIII, buscando “reforzar el carácter natural y aparentemente ‘espontáneo’ de los jardines” (Magalhães, 2015:145); así como por el reciente interés de las ciencias por la naturaleza; lo que influenciará al arte de la época, al tener a la misma como un ejemplo de la máxima perfección artística.
En el ámbito filosófico, esta técnica de ornamentación, basada en el empleo de conchas, rocas y pergaminos estilizados, tiene su origen en la interpretación que de los escritos griegos y romanos, realizan los tratadistas del paisaje del siglo XVIII, como es el caso Alexander Pope (1688-1744); particularmente sobre el jardín de la diosa romana Venus, caracterizada por las conchas, y que una leyenda medieval germana ubicaba su corte establecida bajo tierra en cavernas o grutas (el mundus subterraneus).
Nuestras ciudades mexicanas, influenciadas por las prácticas artísticas francesas e inglesas de dicho período, durante la primera mitad del siglo XX, incorporaron a sus jardines una serie de esculturas realizadas con la técnica de la rocalla; precisándose que, cuando se realizaron aquí, a imitación de París, allí ya habían pasado de moda, como señala Daniel Schávelzon en “El árbol de cemento: Arquitectura de rocallas, Argentina y América Latina” (2019).
Sin embargo, dada su característica única las piezas generadas y el ambiente logrado, deben de ser consideradas como parte del patrimonio escultórico de nuestra cultura. Aunque, un primer problema que se presenta es la falta de visibilización de dichas piezas de la rocalla, lo que pudiera llevar a su destrucción, como consigna Schávelzon al hablar del tema:
Vamos a narrar una arquitectura y un arte que se hizo, y con mucho costo, se disfrutó, y luego dejó de existir más tarde se hizo invisible. Muchos ejemplos han sido demolidos, casi todos, pero la verdad es que primero fue invisibilizada por la historia. No la conocemos no sólo porque la destruyeran sino porque fue borrada de nuestro pasado. No podía ser parte de nuestra memoria cultural. (2019, p.9)
El autor precisa que, al ser un arte de la aristocracia de los incipientes estados latinoamericanos del inicio del siglo XX, con la entrada de la formalización de las Repúblicas, estas manifestaciones serán abandonadas, olvidadas, y posteriormente destruidas.
Lamentablemente esta historia se repite en nuestro caso en las ciudades guanajuatenses. A la fecha no existe una consignación oficial o privada en documentos de dichos elementos realizados en los espacios públicos y privados de nuestra geografía local.
En la Universidad de Guanajuato, a partir de la Maestría en Arquitectura del Paisaje Patrimonial, nos hemos enfocado en visibilizar los espacios públicos patrimoniales y sus historias, con la finalidad de evitar que el afán de destrucción se repita. Tal es el caso de los ejemplos de rocalla realizados en las ciudades de Silao y de Guanajuato que sucintamente aquí presentamos como investigación exploratoria; toda vez que el acceso a los archivos históricos locales aún se encuentra restringido para determinar mayores detalles de estos.
El caso del Jardín de la Presa de San Renovato en Guanajuato
En un pequeño jardín de la parte baja de la cortina de la Presa de San Renovato (construida entre los años 1850 a 1852, y también conocida como la Presa Chica), se encuentran, dos figuras realizadas con la técnica de la rocalla: una serpiente y un cocodrilo (ver Figura 1), probablemente realizadas en el primer tercio del siglo XX, durante una renovación del área.
Usadas para simbolizar la pelea por el agua, vital líquido del cual ha carecido la ciudad desde tiempos pasados, y que da origen a la leyenda denominada “Las Comadres”, atribuida a dos mujeres que, al pelear por el uso de las ollas para acarrear agua, caen a la presa y se ahogan, siendo castigadas al convertirse una en un cocodrilo y la otra en una serpiente. Las citadas figuras están realizadas mediante concreto con apliques de piedra colores de la región, obtenidas de la actividad minera que distingue a la ciudad.
FIG 2.- Banca realizada con la técnica de la rocaille imitando troncos de madera, ubicada en la alameda Hidalgo de la ciudad de Silao.
El caso de la Alameda Hidalgo en Silao
La Alameda Hidalgo fue inaugurada en 1909 por Porfirio Díaz, como parte de las celebraciones del Centenario de la Independencia. Construida como elemento de bienvenida a los usuarios de la Estación del Ferrocarril cuenta, en nuestra apreciación (pues no hemos podido acceder a archivos que confirmen esta aseveración), con una adición de mediados del siglo XX, de un jardín anexo tipo barroco; en cuyo centro se ubica un monumento a base de hierro vaciado y basamento de cantera verde, dedicado a Miguel Hidalgo.
A partir del punto central, se generan seis pasillos de manera radial, equipados con bancas que son de concreto armado, en las cuales se ha usado la técnica de la rocalla para simular troncos de madera para conformarlas. Las mismas muestran inscripciones de los donantes para su construcción, como el caso de una que cuenta con la siguiente: “H. Cámara Nacional de Comercio. Silao, Gto. 1948-1949”, que nos permiten determinar un aproximado de la realización de estas (ver Figura 2).
Con la finalidad de continuar con la identificación y catalogación de este patrimonio escultórico en las ciudades guanajuatenses o de la región, agradeceremos a nuestros lectores cualquier información relacionada que nos puedan brindar al correo jose.ochoa@ugto.mx
Bibliografía
Encyclopaedia Britannica (2019). Rocaille. En el sitio https://www.britannica.com/art/rocaille
Magalhães, C. M. (2017). “Obras rústicas e ornamentos: os artífices e a técnica da rocaille para jardins e parques urbanos no Brasil entre o final do século XIX e o início do XX”. En Anais Do Museu Paulista São Paulo, Nueva Serie, vol. 25, nº3, p. 19-58, septiembre-diciembre 2017.
Schávelzon, D. El árbol de cemento. Arquitecturas desaparecidas: grutas y rocallas. Buenos Aires, Argentina: Ciudad Autónoma de Buenos Aires.