Por: STAFF | Hospital SIENA
La Medicina Nuclear es una especialidad en donde se utilizan radiotrazadores o radiofármacos, que están formados por un fármaco transportador y un isótopo radiactivo. Estos radiofármacos se aplican por diversas vías como la oral o inhalada, siendo la más utilizada la vía intravenosa. Una vez que el radiofármaco está dentro del organismo, se distribuye a órganos específicos dependiendo del tipo de radiofármaco empleado.
La distribución del radiofármaco es detectado por un aparato llamado gammacámara. Luego se procesa la información obteniendo imágenes de todo el cuerpo o del órgano en estudio. La gran importancia y diferencia de los estudios de Medicina Nuclear, es que son imágenes funcionales y moleculares, es decir, muestran como están funcionando los órganos y tejidos explorados o revelan alteraciones de los mismos a nivel molecular.
¿Para qué sirve la Medicina Nuclear?
Los estudios de Medicina Nuclear se utilizan para diagnosticar y determinar la gravedad de muchas enfermedades así como para valorar la respuesta al tratamiento, incluyendo cáncer en diversos tipos, enfermedades cardiacas, gastrointestinales, endocrinas, neurológicas e infecciosas entre otras. Dado que los estudios de Medicina Nuclear pueden detectar alteraciones moleculares dentro del cuerpo, permite identificar enfermedades en sus etapas tempranas (antes que los estudios convencionales de imagen), así como valorar de forma temprana la respuesta al tratamiento.
Una aplicación poco utilizada es la terapéutica, limitada en su gran mayoría a la aplicación de yodo radioactivo para hipertiroidismo por enfermedad de Graves (Bocio Toxico Difuso) o para ablación de tejido tiroideo residual postquirúrgico o en el seguimiento del cáncer diferenciado de tiroides.
Es una especialidad médica que utiliza radiotrazadores (radiofármacos) para evaluar las funciones corporales y para diagnosticar y tratar enfermedades.
Además, es un estudio integral de los pacientes, al poder realizar imágenes de cuerpo entero. Valoración precoz de la respuesta a tratamientos (quimioterapia, radioterapia, entre otros). Menor radiación que los estudios convencionales en patologías pediátricas. Tecnología de última generación.