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El Reto de ser Mujer en la Obra

Por: Ing. Elia E. López Hernández.
Egresada de la Facultad de Ingeniería Civil de la UANL.

Soy egresada de la Facultad de Ingeniería Civil de la UANL (Universidad Autónoma de Nuevo León), tengo más de 20 años ejerciendo y en la actualidad me dedico a remodelaciones, ampliaciones, acabados y construcción en general.

Desde que inicié mi camino en esta profesión “exclusiva” de hombres, he tenido que enfrentarme a diferentes retos. El primero de ellos fue el momento de decirles a mis padres la carrera que quería estudiar; no fue fácil, ya que al ser mujer y la menor de la familia, les sorprendió mucho mi decisión.

Durante mis estudios me enfrenté a otros tantos que, en lugar de hacerme desistir, me alentaban a seguir adelante. Siempre he sido una persona que no se rinde tan fácil y que cuando recibo un NO SE PUEDE como respuesta, me motiva a buscar la manera de convertirlo en un SI SE PUEDE. Ya en la vida profesional me enfrenté a unos retos muy diferentes, por ejemplo, en la dificultad para que te contraten como Supervisor de Obra, todo por ser mujer; el porqué una mujer le iba a dar órdenes a un grupo de hombres que “tal vez” no la obedecieran o le llegaran a faltar al respeto. Sin embargo, mi terquedad me ayudó a que me contrataran y empezar a desarrollarme y tomar experiencia de cada uno de los proyectos que tuve a mi cargo.

Al principio no fue fácil, no todos los trabajadores estaban de acuerdo en ser dirigidos por una mujer, por lo que muchas veces tuve que demostrar mis conocimientos y hasta demostrar que sabía como se hacen las cosas; la verdad no soy de esas personas que temen “ensuciarse las manos” o realizar trabajos, ya sea físico o manuales, si eso hace que me gane el respeto de la gente de obra que no cree que una mujer en esta profesión puede hacer las cosas.

Con el tiempo, la gente de la obra cambió su forma de pensar, digamos que me gané su respeto al punto que de cierta forma cambiaron su “forma” de trabajar y hasta se sentían “raros” o “incómodos” si algún supervisor hombre les daba instrucciones.

Luego me enfrenté a otro reto más en mi vida profesional cuando decidí trabajar por mi cuenta; el convencer a los clientes que “a pesar” de ser mujer, tenía los conocimientos y la experiencia para desarrollar satisfactoriamente sus proyectos. Poco a poco me fui haciendo de un “nombre”, mi trabajo comenzó a hablar por mí; mi forma de trabajar, la atención que les doy a los clientes, el tratar y cumplir la mayoría de los “caprichos” del cliente, principalmente, de las esposas y hasta a veces hacerla de consejero entre ellos, claro, sin darle la razón totalmente a uno o al otro; es así como gracias a esos clientes y por sus recomendaciones, me fui abriendo camino en ámbito profesional del cual puedo decir, que me siento orgullosa de haber llegado a donde estoy ahora y lo que me falta por hacer. He logrado, a base de esfuerzo y empatía con los muchachos, formar un grupo de trabajo que hemos estado juntos por varios años; que a pesar de que hemos tenido diferencias, seguimos trabajando juntos. Me he ganado su confianza tanto en cuestiones de trabajo hasta de ser casi un psicólogo, escuchando sus problemas. Si debo agradecerles a ellos por aguantar mi carácter cuando estamos desarrollando un proyecto; ellos se han sabido acoplar a mi forma de trabajo y el “como” me gusta que queden terminadas las cosas.

Con el tiempo, la gente de la obra cambió su forma de pensar, digamos que me gané su respeto al punto que de cierta forma cambiaron su “forma” de trabajar y hasta se sentían “raros” o “incómodos” si algún supervisor hombre les daba instrucciones.

Luego me enfrenté a otro reto más en mi vida profesional cuando decidí trabajar por mi cuenta; el convencer a los clientes que “a pesar” de ser mujer, tenía los conocimientos y la experiencia para desarrollar satisfactoriamente sus proyectos. Poco a poco me fui haciendo de un “nombre”, mi trabajo comenzó a hablar por mí; mi forma de trabajar, la atención que les doy a los clientes, el tratar y cumplir la mayoría de los “caprichos” del cliente, principalmente, de las esposas y hasta a veces hacerla de consejero entre ellos, claro, sin darle la razón totalmente a uno o al otro; es así como gracias a esos clientes y por sus recomendaciones, me fui abriendo camino en ámbito profesional del cual puedo decir, que me siento orgullosa de haber llegado a donde estoy ahora y lo que me falta por hacer. He logrado, a base de esfuerzo y empatía con los muchachos, formar un grupo de trabajo que hemos estado juntos por varios años; que a pesar de que hemos tenido diferencias, seguimos trabajando juntos. Me he ganado su confianza tanto en cuestiones de trabajo hasta de ser casi un psicólogo, escuchando sus problemas. Si debo agradecerles a ellos por aguantar mi carácter cuando estamos desarrollando un proyecto; ellos se han sabido acoplar a mi forma de trabajo y el “como” me gusta que queden terminadas las cosas.

Sin embargo, creo que mi reto mayor ha sido demostrarme a mí misma que soy capaz de construir, solucionar y liderar cualquier obra o proyecto que se me asigne; he sido y soy muy dura conmigo misma, que la construcción amándola como lo hago todavía dudo de que no he dado lo suficiente; todavía tengo mucho que dar, la profesión y la gente que forma parte de mi equipo, me han enseñado muchas cosas y que siempre hay algo nuevo que aprender, una nueva forma de hacer las cosas, un nuevo material, una nueva idea; me gusta hacer lo que hago y darle solución a los problemas que se me presentan y sobretodo, como lo mencioné antes, cuando tengo un NO SE PUEDE como primera respuesta; así soy yo.

FEMCIC X Consejo Directivo

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