“Ese día jueves 19 de septiembre tomé la pesera o combi que era el usual transporte público desde Tlalpan y al llegar a la estación del metro Pino Suárez el vehículo se descontroló por lo que el conductor dijo: ! ya se ponchó una llanta ! Así que salimos los pasajeros para darnos cuenta de que todos los demás autos y la misma calle se movían. Como si estuviera en una fantástica película de terror, viendo hacia Fray Servando, dos torres de varios pisos, dónde estaban unos juzgados, se movían con movimientos oscilatorios como si fueran de goma. Una construcción habitacional se derrumbó frente a nuestro asombro y enseguida una nube de polvo me cubrió dejándome como ratón de panadería. Corrí espantado hacia el lado opuesto hacia la Avenida 20 de noviembre, para entrar a la dantesca vista de edificios derrumbados donde trabajaban las costureras. Una casa ya no tenía fachada y se veía como una casa de muñecas, donde todavía estaba sentada una mujer en su cama. Lo único que atinaba a pensar en mi desesperación es cómo estaría mi familia. Qué habría pasado en mi casa”.
Esos testimonios orales, son evidencia que en la memoria de los mexicanos cada 19 de septiembre surge el recuerdo de los eventos del terremoto de 1985. La participación espontánea de personas y organizaciones para la búsqueda y rescate de víctimas, no siempre con resultados adecuados, demostró que era necesario contar con una mejor organización de la sociedad para enfrentar este tipo de desastres.
A partir de los eventos del 85, la intervención de los ingenieros fue notoria tanto durante la emergencia como durante la fase de recuperación. La infraestructura impactada y los edificios, tuvieron que ser evaluados para determinar su grado de daño, con las recomendaciones para restablecer el agua potable, la energía eléctrica, las telecomunicaciones, el abastecimiento del gas, y de manera inmediata la decisión sobre cuáles edificios de uso habitacional podrían ser ocupados por sus usuarios. Las demás construcciones como oficinas, comercios, hospitales, escuelas, etc. también tenían que contar con sendas evaluaciones de daños, seguidas de un aval que fueron denominados “dictámenes” o “peritajes” de seguridad estructural, que suscribieron los profesionales que dirigieron a las brigadas que salieron para atender cada uno de los miles de inmuebles de la ciudad, conformadas hasta con estudiantes de ingeniería y así determinar si podían ser ocupados y cuáles no eran seguros.
Posteriormente los ingenieros participaron de manera relevante en la actualización del Reglamento de Construcciones de la Ciudad de México para que los diseños estructurales consideren factores de seguridad y criterios más rigurosos para resistir temblores de mayor envergadura o escala. Han pasado duras pruebas las construcciones modernas de la ciudad que han resistido los embates de los terremotos y consecuentemente ha disminuido el número de víctimas mortales.
En otras partes de la geografía del país, los riesgos naturales abarcan: sismos, huracanes, inundaciones, deslaves. Dichos eventos sumados a los riesgos que ocasiona la acción del hombre, inciden en la vulnerabilidad de la población y afectando el patrimonio y la misma vida.
Particularmente la Península de Yucatán es el paso de ciclones y huracanes que también han dejado una huella indeleble, hasta haber modificado la conformación de sus costas.
“Cuando transitaba para entrar a la ciudad de Mérida la mañana siguiente al paso de Gilberto, en ese momento no sabía que era el huracán del siglo, la escena de árboles caídos y postes de luz sobre las calles como si la zona hubiera sido bombardeada, solamente me hizo pensar con angustia en cómo estarían mi casa y mis hijos”.
“No había energía eléctrica necesaria para conservar los alimentos, por lo tanto se hicieron largas filas para obtener una bolsa o una marqueta de hielo en las fábricas”.
Los habitantes de Yucatán, aún recordamos el impacto de los Huracanes “Gilbert” en 1988 e “Isidore” en 2002, así como la experiencia generada por los ciclones tropicales “Cristóbal”, “Gamma”, “Delta” y “Zeta” en el año 2020[1]
Como reacción, mediante la incansable labor de funcionarios que en ese momento estaban dirigiendo las tareas del Sistema Estatal de Protección Civil, acompañados de las organizaciones civiles y del sector público instauraron acciones que posteriormente conformaron el Programa de Atención a los Ciclones Tropicales. Ejemplo y modelo replicado en otras partes de México y el mundo.
Resulta relevante la prevención para contribuir a contar con estructuras más resistentes tanto en los edificios como en las carreteras, puentes, líneas de electrificación, los postes de los anuncios espectaculares autosoportados, etc. Por lo cual los ingenieros especializados tienen un encargo importante con la sociedad.
[1] https://www.yucatan.gob.mx/docs/procivy/archivos/programa_ciclones_2023.pdf
Por otra parte, alterando la imagen urbana de Mérida y la zona costera del estado de Yucatán, se están construyendo edificios verticales que requieren diseños novedosos por las características del suelo y la hidrología de la región. Además de estructuras resistentes, hay que considerar los sistemas contraincendios, escaleras de emergencia, cisternas para contar con agua que permita el combate al fuego, alarmas, señales, detectores de humo, entre otros aspectos. Los Programas Internos de Protección Civil regulan que todos los inmuebles públicos y privados deben contar con instalaciones y construcciones seguras para los usuarios y la población en general, así como que las organizaciones que ocupan tales espacios estén capacitadas para atender cualquier siniestro o emergencia, de tal manera de garantizar la seguridad de sus ocupantes.
Mérida tiene el segundo más grande centro histórico del país, lo que resulta ser un reto contar con edificios de dicho patrimonio edificado desde la época de la colonia, hasta el porfiriato del siglo IXX. Tales inmuebles tienen el riesgo de colapsar, sobre todo en la temporada de lluvias. Varias de tales propiedades están intestadas y/o no pueden ser intervenidas por su situación jurídica. En este universo, es necesaria la participación de los ingenieros civiles para dictaminar las medidas de refuerzo para la estabilidad estructural y en las instalaciones.
Todo la anterior ha sido el antecedente para que la Coordinación Estatal de Protección Civil, y el Colegio de Ingenieros Civiles de Yucatán, A.C. suscriban un convenio de colaboración con el propósito de fortalecer la Cultura de la Protección Civil, a través de la elaboración de dictámenes de seguridad estructural y de las instalaciones en los inmuebles.
Es un paso para mejorar la seguridad de las edificaciones, con la intervención profesional de los miembros del Colegio, especialistas y expertos en la materia.